Thursday, April 14, 2011

MAGIA AZUL

Es fácil reconocer la tiara acortada por la reina María Amalia. Una de las partes laterales se convirtió en el centro de un stomacher y los tres elementos restantes fueron usados en un segundo aderezo. Los aretes todavía son los originales, aunque el collar puede haber sido alterado por lo menos en su longitud.



El Aderezo de la Reina Marie-Amélie de Orléans

Desde 1985 puede verse en el Louvre de París una histórica colección de zafiros que han tenido una versátil conexión con la Corona de Francia. La mayor razón para adquirirlos debió haber sido porque estas piedras fueron posesión de la Casa de Orléans. En 1821, el rey Luis Felipe adquirió una tiara, un collar, unos aretes y un broche para su esposa Marie-Amélie (María Amalia Teresa de Borbón-Dos Sicilias y Habsburgo-Lorena, hija de Fernando I, Rey de las Dos Sicilias, nieta de Carlos III de España y la Emperatriz María Teresa de Habsburgo), en cuya familia estos zafiros permanecieron hasta que fueron vendidos al Louvre.

Esta perfecta procedencia había legitimado estas piedras para convertirse en un tesoro nacional de Francia.
Sin embargo, no sólo la Casa de Orléans fue propietaria de estos zafiros, sino que hasta 1821 fueron propiedad personal de Hortensia de Beauharnais. La hija de la emperatriz Josefina y consorte de Luis Bonaparte, hermano de Napoleón, poseía una magnífica colección de joyería, la cual reunió durante su época como reina de Holanda y fue indudablemente enriquecida nuevamente por el legado de su madre Josefina en 1814.
La tiara de zafiros que Hortensia heredó de su madre era en sus dimensiones originales una verdadera tiara imperial. Debido a la posterior remodelación de la reina María Amalia, no pudo afirmarse quién o cuándo fue creada, porque las marcas que podían sugerir un joyero no son más válidas. Los zafiros de variados cortes son de Ceilán de indiscutible calidad, al igual que los diamantes
.
El famoso Zafiro Azul de María de Rumania, también originario de Sri Lanka, fue registrado por primera vez por Cartier en 1913.

Según Christie’s esta joya, que llegaría a su poder en 2003, es el zafiro más grande que se haya subastado jamás. Sólo hay en el mundo otras dos piedras mayores y ambas se encuentran en museos: el “Estrella de la India”, un zafiro de 576 quilates expuesto en el museo de Historia natural de EEUU y el zafiro de 547 quilates “La nariz de Pedro el Grande”, expuesto en un museo de Dresde, Alemania.

La pieza central de la suite es la tiara de diamantes y zafiros, consistente en una base de madreselvas y hojas centrada con grandes diamantes ovales y coronada por nueve zafiros rectangulares rodeados de grupos de diamantes. El collar tiene nueve zafiros pendientes rodeados de diamantes. Originalmente los zafiros de la tiara se podían intercambiar por nueve perlas en forma de pera.
El Aderezo Leuchtenberg pasó de la emperatriz de Francia a manos de su hijo Eugene de Beauharnais y su esposa, la princesa Augusta Amalia de Baviera. El Duque y la Duquesa de Leuchtenberg, como era conocida la pareja después de su matrimonio, dieron el conjunto a su hija, la princesa Josefina de Leuchtenberg, quien se llevó consigo el gran tesoro a Suecia cuando, en 1823, se casó con el rey Oscar I. A partir de entonces lo heredó su nieto, Gustavo V, y los sucesivos reyes de Suecia, para ser usados por las consortes reales.

Magia azul zafiro

Isabel II usa hoy un esplendoroso conjunto que fue originalmente un regalo de Jorge VI del Reino Unido a la entonces princesa Isabel, en 1947. La suite, confeccionada originalmente en 1850, consta de un largo collar de dieciocho zafiros rectangulares en racimos de diamantes y un par de pendientes a juego de zafiros cuadrados también rodeados de diamantes. El color de las piedras era exactamente igual al de las túnicas de la Orden de la Jarretera, aunque esto puede haber sido una coincidencia de parte del rey.



El Aderezo George VI Victorian Suite de Elizabeth II

La familia real británica posee una colección remarcable de zafiros. Dos de las piezas más evocativas contienen zafiros pertenecientes a la reina Victoria. El primero –y probablemente el más conmovedor- es el Prince Albert Brooch, con un gran zafiro rectangular rodeado de doce diamantes, que fue reagalado a Victoria por el príncipe Alberto el día anterior a su boda. La reina lo legó en su testamento a la Corona para uso de futuras reina

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